Llega marzo con su acelerado ritmo; los gastos y deudas relacionadas con el inicio del año escolar señalan el retorno, sin tregua, a la producción que echa andar la máquina del capital. La lucha tampoco da tregua, empezamos el año resintiendo a la devastación producida por el cartel del fuego en la quinta región. El incendio arrasó con territorios donde habitan comunidades de personas, animales y bosque eco protegido que son vistos como obstáculos para el avance de proyectos como la ruta periférica Valparaíso impulsada por el Estado, en cabeza del Ministerio de Obras Públicas, y por los intereses del empresariado que explota, día a día, la tierra. Ante esta alianza perversa, que no le importa arrasar con la vida, fue la comunidad la que se levantó con sus diversas formas de resistencia. Así como el bosque va germinando, las redes de acopio se activaron, las voluntades se juntaron para mover escombros, las manos se dispusieron para cocinar grandes ollas y creció la convicción de que solo el pueblo ayuda al pueblo. 

Durante esos días, donde se desbordaba la solidaridad de clase, evidenciamos nuevamente que para ciertos sectores de la sociedad y para la prensa burguesa, hay vidas que son más valiosas que otras. La vida de Piñera importaba más que las arrebatadas por el fuego, una vez más, los medios mostraron sus verdaderos intereses y dejaron de trasmitir la situación de las zonas afectadas por el incendio e instalaron la idea de que el tirano Piñera fue poco menos que un santo, limpiando su imagen e intentando sepultar las violaciones a los derechos humanos cometidas durante su mandato, la guerra que libró contra el pueblo y el engrose descarado y delictual de su billetera con los fraudes que hizo junto a sus amigos. Tampoco se habló de su misoginia y de las “memorables” frases que dejó al referirse a situaciones como el abuso y el consentimiento: “a veces no sólo es voluntad de los hombres de abusar, sino también la posición de las mujeres de ser abusadas”, “todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos”, “cuando una dama dice ‘no’ quiere decir ‘tal vez’, cuando dice ‘tal vez’ quiere decir que ‘sí’, cuando dice que ‘sí’ no es dama”.

Y entre tanta ceniza y descaro mediático, veremos este 8 de marzo el patético saludo a la bandera que “celebra a las mujeres en su día”, enunciándolas como delicadas y hermosas, invisibilizando las infinitas identidades y diversidades. Nuestras cuerpas y realidades distan mucho de esa imagen de mujer que se publicita, no nos compramos ese cuento de la mujer empoderada mientras se sigue persiguiendo nuestra autonomía y repudiamos el consumismo que promueve el retail, mientras el costo de la vida se encarece haciendo más difícil suplir nuestras necesidades básicas y la de nuestros hogares. Más que celebrar, merecemos conmemorar las luchas de nuestras muertas y la organización de las mujeres trabajadoras que en todo el mundo se han levantado contra el patriarcado y el capital. 

Pero ojo ahí: la destrucción de lo que nos oprime no vendrá de una de las instituciones que sostiene el sistema de dominación, ningún tipo de Estado ni de proyectos que pacten con él podrán aterrizar cambios significativos en la autonomía de nuestras cuerpas, derechos sociales para las de abajo o construcción de espacios seguros. El caso de Argentina es ejemplificador de aquello, de qué sirve tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad o decretar el uso del lenguaje inclusivo en todos los documentos de las instituciones estatales si basta con un cambio de gobierno para desmotar estas medidas con los mismos instrumentos con los que se “ganaron”. Como lo mencionamos en nuestra matriz de análisis, el Estado es una institución central para el actual sistema de dominación, de ahí que las medidas de corto plazo que surgen desde él siempre tenderán a reforzar su legitimidad. Mientras no sean los movimientos sociales, en el marco de la lucha de clases, los que logren conquistas sociales y políticas, prefiguren la sociedad libre y den la batalla ideológica que se contraponga al modelo actual, ningún cambio será duradero ni podrá movilizar y articular a las de abajo por su defensa. En síntesis, no será garantía ni certeza de nada.

Por lo anterior, y ante la avanzada del fascismo y de sectores ultraconservadores, debemos responder con internacionalismo, apoyo mutuo, lucha y organización. Ante la agenda de los antiderechos hay que seguir fortaleciendo las redes de apoyo, la movilización y el trabajo de base. Este 8M volquémonos a la tarea de visibilizar nuestras luchas, encontrémonos en los territorios, porque es ahí donde cada día hacemos malabares para enfrentar lo costoso de la feria o donde nos apañamos entre vecinxs para sentirnos más segurxs, donde nos damos ánimo con nuestras ideas creativas, donde vemos mayoritariamente a mujeres organizándose para luchar por una vida digna, porque entre nosotrxs hablamos de nuestros problemas y nos sanamos, día a día, para sostener emocional y materialmente a nuestras familias, porque hemos aprendido, en el cotidiano, que la dureza de nuestra realidad se alivia encontrándonos y fortaleciendo nuestras comunidades.

Marzo también conmemora a la juventud combatiente, tanto a aquellxs que con sus luchas del pasado nos inspiran el futuro, como a quienes hoy se organizan y dan esperanza a la construcción de un mundo sin opresiones. Nuestro mejor homenaje es seguir luchando con el ímpetu y la radicalidad de aquellxs jóvenes revolucionarios, teniendo claro que los atajos institucionales impulsados por demócratas y progresistas nos dejaron peor de lo que estábamos y que, por lo tanto, la alternativa de transformación es y será autogestiva y revolucionaria.

Finalmente, mientras en el mundo de la guerra las mujeres defienden a sus hijxs de las masacres y vejámenes en Palestina, en el Wallmapu, en el Congo y en cada hogar donde abunda la injusticia y muerte capitalista, mandamos fuerza y aguante a cada unx de nosotrxs. 

¡Arriba lxs que luchxn!

Blog de WordPress.com.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar